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El movimiento vegano: ¿una solución contra el cambio climático?

El tofu, la heura o el seitán podrían ayudarnos a combatir el cambio climático

Veganismo: ¿una solución contra el cambio climático?
Foto: Vegan Liftz. Pexels.com

María Toimil y Lydia Gonzalez alumnas de la asignatura Gestión de la Sostenibilidad del Grado en Negocios y Marketing Internacionales de ESCI-UPF, nos dan las claves para entender las ventajas e inconvenientes del veganismo.

En los últimos años, el denominado movimiento vegano o veganismo ha ido creciendo de manera exponencial en todo el mundo, postulándose como posible solución para contribuir a mitigar los efectos del cambio climático. Pero, ¿es realmente una solución efectiva contra la crisis climática que vivimos?

El veganismo es un estilo de vida que se ha multiplicado y expandido globalmente en los últimos años. Esta práctica busca reducir al máximo el uso o consumo de cualquier producto de origen animal. Por ello, no se limita a la alimentación, sino que abarca también otros terrenos como la moda. Entre los seguidores de esta filosofía, conocidos como veganos, se encuentran numerosas celebridades como las cantantes Miley Cyrus, Ariana Grande o Sia, y políticos como Bill Clinton.

Un movimiento controvertido

En los últimos años, este movimiento ha suscitado gran controversia como consecuencia de la afirmaciones de algunos de sus adeptos que aseguran que sumarse a la filosofía vegana puede ayudar a mitigar los efectos del cambio climático. Según indica la Unión Vegetariana Española, “las dietas basadas en vegetales son más eficientes y permiten reducir nuestra huella de carbono, generando un menor impacto sobre el planeta”.

A pesar de ser muchos los que apoyan esta idea, muchos otros defienden que se trata de una afirmación falsa y que el veganismo podría incluso contribuir a empeorar los efectos del cambio climático. Para Francesc X. Prenafeta, director del programa de Gestión Integral de Residuos Orgánicos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), “la agricultura tampoco es inocua al 100% y el uso de fertilizantes minerales, que aseguran al agricultor una regularidad que el abono orgánico no puede darle, también es el culpable de la contaminación de los acuíferos”.

Los defensores del veganismo afirman que puede tener impactos positivos en la salud, el medio ambiente y la economía. Sus argumentos a favor son:

“Los principales productos de origen animal (carnes, peces de piscifactoría, huevos o lácteos) necesitan el 83% de la tierra dedicada a la produccións”.

  • Los principales productos de origen animal (carnes, peces de piscifactoría, huevos o lácteos) necesitan el 83% de la tierra dedicada a la producción. En ocasiones, incluso se recurre a la deforestación de zonas boscosas para aumentar las superficies ganaderas, reduciendo la cantidad de árboles y, por ende, la capacidad del ecosistema de absorber CO2. Los defensores del veganismo insisten en que esta tierra dedicada a las explotaciones ganaderas podría volver a su vida natural si una gran parte de la población se sumase a la causa. De este modo, se evitaría el agotamiento de los recursos naturales de la tierra causado por la sobreexplotación del suelo.
  • Según el estudio “Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers”, un cambio generalizado y masivo en la dieta reduciría el consumo mundial de agua en un 20%. El tratamiento, las infraestructuras y la distribución del agua juegan un rol importante en el cambio climático debido al consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero que generan.
  • Los expertos afirman que a fin de satisfacer la demanda actual, la producción de carne habrá aumentado un 70% para 2050. Los veganos consideran que este aumento en producción será insostenible ambiental, económica y socialmente; y que la única forma de evitarlo es conseguir que el mayor número de personas se sumen a la causa. En este sentido, para poder alimentar a 10.000 millones de personas y frenar el cambio climático dentro de 30 años, el consumo de carne roja y azúcar debería reducirse en un 50%.
Veganismo: ¿una solución contra el cambio climático?

Foto: Lydia Gonzalez y María Toimil, alumnas de la asignatura Gestión de la Sostenibilidad del Grado en Negocios y Marketing Internacionales de ESCI-UPF

En el lado opuesto, los argumentos en contra del veganismo son:

“Es mejor consumir un pollo criado a poca distancia de donde vivimos que una fruta o verdura que ha recorrido miles de kilómetros antes de llegar a nuestro plato”.

  • La reducción del consumo de carne en humanos puede provocar carencia de la vitamina B12, importante para que un cuerpo sano pueda soportar períodos de estrés y cansancio.
  • Con respecto a la sobreexplotación del terreno, las dietas que incluyen productos de procedencia animal, especialmente huevos y leche, precisan de menos terreno de cultivo (menos deforestación) que los alimentos necesarios para sostener una dieta vegana. Además, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo hay 1.300 millones de personas que viven de la ganadería, de los cuales casi 1.000 millones son pobres. Algunas zonas viven casi exclusivamente de la ganadería, ya que la tierra no es lo suficientemente productiva para la actividad agraria, por lo que el veganismo supondría su desertificación.
  • Un modelo vegano global no sería sostenible, ya que no todos los cultivos son posibles en todas las zonas del mundo por las diferencias en climas y fertilidad del suelo. Esto implicaría un incremento de la logística mundial, aumentando las emisiones del transporte. Por ello, son muchos los que llaman la atención acerca de la importancia del producto de proximidad, siendo mucho mejor consumir un pollo criado a poca distancia de donde vivimos que una fruta o verdura que ha recorrido miles de kilómetros antes de llegar a nuestro plato.
  • El crecimiento exponencial en la demanda de productos vegetales provocaría subidas de precio que impedirían a los campesinos y agricultores que cultivan estos productos poder pagarlos para su propio consumo. Esto ya ha sucedido, por ejemplo, con la Quinoa de los Andes.

Considerando los argumentos de ambas partes, no todo es blanco o negro. Ningún comportamiento o estilo de vida extremo es bueno, ni ambientalmente ni económicamente, ni para nuestra salud. Es importante encontrar un equilibrio en nuestra dieta para conseguir todos los nutrientes necesarios. Debemos utilizar mejor todos los recursos que la tierra nos ofrece, sin sobreproducir, para evitar su agotamiento.

Además, cualquier cambio en el sistema económico debe ser gradual, para adaptarnos a él sin causar grandes desequilibrios. Por tanto, de la misma manera que mantener la dieta actual es insostenible para la economía y la sociedad, la transición masiva al veganismo también sería negativa y no nos aseguraría el final del problema medioambiental. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿existen otras fórmulas, a nuestro alcance, más eficientes para combatir el cambio climático?

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