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De Galicia a Barcelona persiguiendo mis sueños

Foto: Arxiu ESCI-UPF

A diferencia de muchas de mis amigas, nunca tuve una vocación definida. Solo tenía una cosa clara, me gustaba la ciencia. Finalmente me decidí por la Biología. La ciencia era lo mío y, además, había tenido una gran profesora que me inspiró al transmitirme su conocimiento y su pasión por la materia.

A veces me preguntan si hubiera elegido lo mismo si pudiera volver atrás. La pregunta no tiene una respuesta clara porque hubiera querido llegar al mismo punto en que estoy ahora, pero quizás por otro camino. Uno que fuera más rápido y directo. Sin embargo, por aquel entonces carecíamos de toda la información que se tiene ahora (gracias a eventos como ferias o charlas que llevan a cabo algunas universidades en los institutos). Además de que, en ese momento, lo que hoy es mi verdadera vocación, no existía.

Así que comencé mis estudios en Biología. A lo largo de la carrera descubrí qué era lo que realmente me interesaba, la genética. Pero también dudé en muchos momentos sobre si estaba haciendo lo correcto, puesto que la carrera de Biología era muy extensa y trataba temas muy diversos que a mí no me interesaban en absoluto, pero que sin embargo había que aprobar. Con la idea de centrarme en lo que realmente me gustaba, comencé a trabajar. El verano después de acabar primero y hasta el final de la carrera, estuve en el laboratorio de Genética de poblaciones de la universidad de Vigo. Fue la mejor decisión que pude tomar, puesto que me acercó más al día a día de la ciencia “de verdad» y además me ayudó a realizar un trabajo de fin de grado fuera de las típicas propuestas que hace la universidad, además de potenciar mi CV.

Una vez acabada la carrera, me sentía perdida. Por una parte, no me veía preparada para el mundo profesional, por otro lado… ¡sorpresa! Biología no tenía apenas salidas laborales. Por estos motivos decidí seguir formándome y profundizar en lo que realmente me gustaba: cursé un máster oficial en Biotecnología avanzada. Allí se tocó de forma muy superficial la bioinformática.

Una vez acabado el máster y viendo que las salidas profesionales seguían sin ser muchas, decidí que… bueno, una vez más y tras 6 años en la universidad, tenía que continuar formándome. Sabía que la Bioinformática era una salida, de modo que empecé a buscar universidades en las que impartieran estudios de informática que me ayudaran a obtener los conocimientos que me faltaban para poder dedicarme a la Bioinformática. Al fin, un familiar me informó que, en Barcelona, por primera vez en España, impartían una carrera específica de Bioinformática.

Y así fue como crucé España, de Galicia a Barcelona, persiguiendo mis sueños.

He de decir que el camino no ha sido fácil, más bien todo lo contrario. Ha habido momentos en los que me preguntaba si merecía la pena, otros en los que me veía sin fuerzas para seguir dada la exigencia requerida. Pero aquí estoy, casi 3 años después y después de aumentar de forma exponencial mis conocimientos, por fin estoy donde quiero: trabajando en un laboratorio de genómica (Germans Triasi Pujol Research Institute, IGTP), haciendo lo que me gusta y preparándome para el asalto final que será ¡la defensa del tfg!

¡Y no se acaba ahí la cosa! A través de las prácticas en el IGTP, recientemente me han ofrecido entrar en un programa de doctorado gracias al cual podré aumentar mi nivel académico y mi CV. Y, por primera vez, con un sueldo que me permitirá mantenerme.

Sé que es difícil, que en España la cosa está mal, pero si se persevera, ¡finalmente se obtienen resultados! Espero que todo esto solo sea el principio de una larga y provechosa carrera profesional.

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