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Día Mundial del Agua

El agua, un recurso amenazado

Contaminación plástica en nuestros mares y océanos
Contaminación plástica en nuestros mares y océanos

El agua es esencial para el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos y los ecosistemas saludables, según la ONU. Sin embargo, la contaminación provocada por las actividades humanas amenaza un bien imprescindible para la vida en la Tierra.

El Día Mundial del Agua nos recuerda que el agua es un vínculo crucial entre la sociedad y el medio ambiente y, por consiguiente, una parte fundamental de la adaptación de la humanidad al cambio climático. A pesar de ello, “más del 80% de las aguas residuales resultantes de la actividad humana se vierte en los ríos o en el mar sin ningún tratamiento, lo que provoca su contaminación”, advierten desde la ONU.

Para preservar nuestros ecosistemas acuáticos y su diversidad biológica, es fundamental adoptar medidas para combatir esta contaminación. En este sentido, el Objetivo 6 de Desarrollo Sostenible (ODS 6 “Agua limpia y saneamiento”) pretende “mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando el vertimiento y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentando considerablemente el reciclado y la reutilización sin riesgos a nivel mundial”.

Una reducción de la contaminación pasa también por conocer su origen y efectos. En función de su naturaleza, existen varios tipos de contaminantes, según el Institut de Ciències del Mar en Barcelona (ICM-CSIC): químicos, como abonos, pesticidas, detergentes, aceites o disolventes; físicos, como radiaciones de residuos nucleares o emisiones de calor; sólidos, como plásticos, madera o trozos de roca; y biológicos, como microorganismos procedentes de las aguas residuales domésticas. La humanidad vierte en los medios acuáticos “cantidades tan grandes de contaminantes que los procesos naturales de reciclaje y depuración del agua se hacen inviables y, por ejemplo, en mares más cerrados como el Mediterráneo los efectos de los diferentes tipos de contaminación son más patentes”, señalan.

El reservorio de agua del planeta

Pero, ¿cuánta agua hay en el planeta? Y, ¿cómo se distribuye? Se estima que hay alrededor de 1.380 trillones de litros o, lo que es lo mismo: 1.380.000.000.000.000.000.000 litros. De ellos, el 97,4% se encuentran en los océanos, el 2% en forma de hielo, en los glaciares y casquetes polares, y sólo el 0,5% (unos 70 trillones de litros) están en las aguas continentales (subterráneas, lagos, ríos, etc. ), según Jordi Salat, investigador del Departamento de Oceanografía Física y Tecnológica del ICM-CSIC.

Por tanto, el océano ocupa tres cuartas partes de la superficie del planeta, que bien podría llamarse planeta Océano, y hace que sea distinto de cualquier otro conocido: tiene un papel clave en la regulación del clima, ya que de su funcionamiento también depende la distribución de los grandes climas terrestres, y es una de las principales fuentes de oxígeno atmosférico. El océano emite gases y sustancias que cambian la composición de la atmósfera y es un sumidero de carbono, que absorbe entre una cuarta parte y un tercio del CO2 extra que mandamos a la atmósfera, amortiguando los impactos del calentamiento global, según el ICM-CSIC. Además, aloja una extraordinaria riqueza biológica y ecológica, que proporciona bienestar a la humanidad a partir de recursos alimentarios, energéticos y farmacológicos.

Otro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS 14 “Vida submarina”, apunta a la gestión prudente de este recurso esencial como clave del futuro sostenible y advierte: “en la actualidad, existe un continuo deterioro de las aguas costeras, debido a la contaminación y la acidificación de los océanos, que está teniendo un efecto adverso sobre el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad, y que también está afectando negativamente a la pesca de pequeña escala”. Para combatirlo, propone administrar las áreas marinas protegidas de manera efectiva y contar con recursos suficientes y regulaciones que ayuden a reducir la sobrepesca, la contaminación marina y la acidificación de los océanos.

Así las cosas, cabe reflexionar acerca de nuestra actitud con respecto al agua del planeta, tanto la dulce como la salada, que promueva el respeto hacia el entorno y el medio ambiente.

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