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Marketing

Sé influencer, sal a la calle y publícalo

Alegato a la conciencia social y a un uso inteligente de las redes sociales

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Perfil de Instagram de Martí Rubira, que cuenta con más de 61.000 seguidores.

Este alumni se vio, sin quererlo, desbordado por miles de seguidores en Instagram. ¿Qué hacer cuando te convierten en influencer? La responsabilidad de tener una voz que marca tendencia es un compromiso que hay que asumir con madurez.

Es viernes 27 de septiembre. Escribo este artículo sabiendo que en un par de horas saldré de casa para asistir a la manifestación contra el cambio climático que se hace hoy a nivel mundial. Llevo días viendo en Instagram y Twitter el duro y contundente mensaje que Greta Thunberg lanzó ante los líderes mundiales en la asamblea de la ONU celebrada en Nueva York: “How dare you?”. ¿Te suena? Empiezo a ver que las jóvenes generaciones pueden ser un gran ejército para el cambio. ¿Sus armas?: las redes.

Estuve trabajando en Operación Triunfo 2017. Allí se me dio a conocer, sobre todo en Instagram, y mi número de seguidores fue creciendo sin yo saber muy bien porqué, y de repente me vi metido en este mundo. Esto me hizo ver las dos caras de una plataforma como Instagram. Expones tu vida y ésta pasa a ser juzgada por los demás. A más likes, más “popular” eres. Al final, las marcas que ofrecen productos y altos cachés a “instagramers” no dejan de hacer sus pujas: si eres muy popular, te doy todo lo que quieres; si no lo eres, ni me fijo en ti.

La gente joven quiere esa fama. Casi un 40% de los jóvenes españoles quiere ser influencer y lo que debemos plantearnos es: ¿qué quieres hacer? ¿de qué forma quieres influenciar? Me parece muy digno dedicarse a esto siempre y cuando tengas claro lo que vas a aportar a la sociedad: da igual si enseñas peinados, a hacer ejercicio en casa o a cocinar recetas de tu abuela. Aquí está la base de ello: el ser famoso por serlo no sirve, debemos dar un valor añadido. Si la gente nos sigue en redes, que sea por el contenido, no por el morbo de ver cómo desayuno o cómo salgo de fiesta con mis amigas. Muchos jóvenes tienen como referente a estas nuevas celebrities vacías de contenido, seguramente se saben su vida de arriba abajo, pero a la vez no tienen ni idea de quiénes son Alexandria Ocasio-Cortez, Òscar Camps o Malala Yousafzai, influencers y activistas de verdad.

Las redes son un gran canal de difusión y comunicación, simplemente debemos hacer que la gente se indigne y se involucre. Qué sí, que el Amazonas se quema y tú has compartido un post, pero va a seguir ardiendo. A eso me refiero, debemos hacer que la gente se comprometa y sólo lo lograremos a través de la educación. Ha llegado la hora de cambiar el uso de las redes, ya no sirve solo informar. Aprendamos a usar el teléfono y salgamos a luchar por nuestros derechos, por nuestro futuro.

Si una adolescente sueca de 16 años puede lograr tales movilizaciones a nivel mundial, es inimaginable lo que puede hacer una generación entera con las habilidades, el conocimiento y la fuerza para cambiar muchas de las cosas que están ocurriendo hoy en día. Necesitamos que los jóvenes luchen por las causas que llevan al planeta a la deriva y esto lo lograremos educándolos. El saber y la información es lo que mueve a la gente y aquí encontramos el núcleo de la cuestión: la educación.

Vamos dando pasos agigantados a nivel tecnológico, pero sin darnos cuenta estamos retrocediendo como personas. Parece que la llamada generación Z ha perdido las riendas de la evolución. El número de violaciones cometidas por menores aumentó un 43% en 2018, el racismo está a flor de piel, solo hace falta ver los ataques a MENAS este verano o el éxito que tienen partidos de ultraderecha como VOX entre los más jóvenes. La educación ha quedado obsoleta frente al crecimiento de la tecnología.

Se deben abordar ciertos temas en la escuelas, implementar talleres didácticos, que sea obligatoria la educación sexual y otros temas que afectan a estas generaciones. Cuando ellos tengan el conocimiento, podrán empezar a luchar por las causas. Es frustrante que la gente se refiera a ellos como una generación perdida y que no sabe lo que se hace, cuando están en una edad de crecimiento, no solo físico, también educacional. Este verano la OMS ha alertado sobre el aumento de enfermedades de transmisión sexual entre los más jóvenes. Si por las redes se hiciera la misma difusión de estos temas que del concierto de Rosalía o de challenge absurdos, podríamos cambiar muchas cosas, incluso salvar vidas.

Obviamente están empezando a surgir movimientos sociales a través de las redes. Esta manifestación contra el cambio climático es un claro ejemplo. Pero también se han creado grupos que se dedican a limpiar playas y de esa forma concienciar del grave problema que supone la plastificación de nuestros océanos. O influencers que cuentan sin tapujos todo aquello que las jóvenes generaciones, y no tan jóvenes, no saben sobre los colectivos LGTBIQ.

Sigamos este rumbo. Cuando la gente deja de ser ignorante, empieza a ver las cosas tal y como son. Este es el último paso que nos queda por dar. Vamos a salir a las calles, publiquémoslo en Instagram y en Twitter, en cualquier red social que haga difusión, que nuestros seguidores sepan lo que está ocurriendo y tengan curiosidad por ello. Pero salgamos y luchemos. Los cambios nunca los lograremos detrás de nuestras pantallas. Levantemos la mirada.

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