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Paz y medio ambiente

La ONU promueve la paz preservando el medio ambiente

Paz y medio ambiente
Foto: Shutterstock

Naciones Unidas promueve la paz en el Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, celebrado 6 de noviembre, y el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que se celebra hoy 10 de noviembre.

La ONU promueve el papel de la ciencia en la construcción de la paz al fomentar la cooperación internacional para alcanzar un desarrollo sostenible. Además, defiende que la preservación del medio ambiente debe formar parte de las estrategias para la prevención de conflictos y para el mantenimiento de la paz y su consolidación. Por ello, esta semana, ha celebrado dos fechas significativas: el 6 de noviembre fue el Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados y además, hoy, 10 de noviembre, es el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo impulsado por la UNESCO.

La guerra tiene significativos efectos en el medio ambiente que van desde pozos de agua, cultivos quemados y bosques talados, hasta suelos envenenados y animales sacrificados.

La guerra, además de sus dramáticas consecuencias de sobra conocidas, tiene significativos efectos en el medio ambiente que van desde pozos de agua, cultivos quemados y bosques talados, hasta suelos envenenados y animales sacrificados. “Todo se ha dado por válido para obtener una ventaja militar a lo largo de la història”, según la ONU.

Una de sus consecuencias la encontramos en la destrucción de hábitats, siendo uno de los ejemplos más conocidos el de la Guerra de Vietnam, cuando las fuerzas estadounidenses rociaron herbicidas como el “Agente Naranja” en los bosques y manglares que cubrían a los guerrilleros, provocando la destrucción química de una quinta parte de los bosques de Vietnam del Sur, además de la desaparición de alrededor de una tercera parte de los manglares. No menos conocidos son los efectos de las bombas atómicas que el ejército americano lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.

Otro ejemplo de las consecuencias de las guerras en el medio la encontramos en la merma de la población animal en África. Por ejemplo, menos de un año después del estallido de la guerra en el territorio que ahora ocupa la República Democrática del Congo (1996), la llegada de milicias armadas al Parque Nacional Garamba causó la desaparición en tres meses de la mitad de los elefantes, dos tercios de los búfalos y tres cuartos de los hipopótamos que la habitaban.

Además, en los conflictos armados, los buques militares, aviones de carga o camiones que transportan soldados y municiones pueden llevar también plantas y animales no nativos, incluso sin ser advertidos, convirtiéndose en especies invasoras. Es el caso de las serpientes arbóreas marrones que llegaron a la isla de Guam, en el océano Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, por accidente. Desde entonces, han aniquilado a casi todas las especies de aves de la isla.

“Si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos, no puede haber paz duradera”, sostiene la ONU.

Crisis climática

Ahora, advierte el economista británico Nicholas Stern, “nos arriesgamos a un daño de una dimensión superior al causado por las dos guerras mundiales del último siglo. El problema es mundial y la respuesta debe ser una colaboración a escala global”. El descenso de la cantidad y la calidad de los recursos naturales, el reparto desigual de los mismos y el incremento de la escasez ambiental, consecuencia de la crisis climática, conllevan problemas económicos y sociales que afectan a las naciones y capas más pobres de las sociedades.

“Si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos, no puede haber paz duradera”, sostiene la ONU. En cambio, “unos ecosistemas saludables y unos recursos naturales gestionados de manera sostenible contribuyen a reducir el riesgo de los conflictos armados”.  Y puntualiza: “los factores ambientales son raramente la única causa de los conflictos violentos. Sin embargo, la explotación de los recursos naturales y las tensiones ambientales relacionadas pueden estar implicados en todas las fases del ciclo de los conflictos, desde contribuir al estallido y la perpetuación de la violencia hasta socavar las perspectivas de paz”.

Este agotamiento del medio ambiente y el deterioro ambiental que ocasiona la escasez de recursos, puede ocasionar también desplazamientos masivos de población. Se trata de refugiados ambientales,  “individuos que han sido temporalmente desplazados debido a peligros naturales o accidentes industriales, que han sido permanentemente desplazados por grandes proyectos económicos o de desarrollo o que se han visto obligados a emigrar por el mal procesamiento y depósito de residuos tóxicos”, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

En 1990, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ya advirtió de que la migración humana podría ser la consecuencia más grave del cambio climático. En la actualidad, la mayoría de las predicciones acerca del número de refugiados ambientales  para el año 2050 giran en torno a 200 millones de personas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Una dramática cifra que evidencia la necesidad de instaurar el valor común de la preservación del medio ambiente en las relaciones internacionales.

La respuesta está en la ciencia

En este contexto, el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo 2019 promueve la “ciencia abierta” o Open Science, es decir, accesible a la sociedad. Una sociedad informada sobre los avances científicos y concienciada acerca de la fragilidad del planeta que habitamos, es una sociedad dispuesta de los conocimientos necesarios para escoger sus opciones profesionales, personales y políticas, apunta la UNESCO.

Además, una ciencia abierta, que permita fomentar la colaboración científica y los descubrimientos científicos y facilitar la buena adopción de las tecnologías, puede ser también un gran paso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente en África, los países en desarrollo y en los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), según la organización.

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