The UNESCO Chair Participates in SETAC Europe Annual Meeting
28/05/2025
UNESCO Chair researcher Sandra Ceballos Santos presented the SMART-FOODPRINT project on seafood sustainability at the SETAC Europe 35th Annual Meeting in Vienna.
Los productos de higiene femenina tienen un gran impacto a nivel medioambiental y social, por lo que su elección se convierte es clave. La copa menstrual se posiciona como una alternativa a la convencionalidad.
* Artículo elaborado por Berta Farell y Mercè Capell en el contexto de la asignatura «Gestión de la Sostenibilidad» del Grado en Negocios y Marketing Internacional de ESCI-UPF. Asignatura impartida por el profesor Pere Fullana i Palmer, Director de la Cátedra UNESCO en Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI-UPF.
Una mujer tiene un promedio de 450 periodos menstruales a lo largo de su vida fértil. En cada uno de ellos consume una media de 22 tampones y compresas. En total, al final de su vida fértil, el resultado se traduce en una media de consumo de 11.000 productos de higiene femenina, 136 kg de residuos generados por persona y 5,3kg en emisiones de CO2. Teniendo en cuenta un período menstrual de 5 días usando 5 tampones diarios a un precio medio de 0,20€/unidad durante 10 años el ahorro sería de 570€. En 35 años de menstruación, considerando el coste de 4 copas menstruales (120€), el ahorro se elevaría a 1.980€.
Detrás de estas cifras se esconde un generalizado tabú social sobre la menstruación y una industria de la higiene femenina que se nutre de él. Según un Estudio de Salud íntima realizado en 2018 por la compañía sueca Intimina, fabricante de copas menstruales, un 45% de las mujeres españolas admite que la menstruación es un tabú social. Lejos de luchar contra este estigma, las empresas de higiene íntima lo perpetúan proporcionando productos diseñados para ser discretos, con envoltorios silenciosos, fáciles de ocultar y desechar, pero que suponen un gran coste medioambiental.
Según un estudio de Ciclo de Vida llevado a cabo por el de Royal Institute of Technology de Estocolmo, el mayor impacto de los productos de higiene femenina, como los tampones o las compresas, radica en su proceso de fabricación. Este proceso consiste en convertir la pulpa de celulosa o rayón en fibras parecidas a las del algodón. Específicamente, se descubrió que el procesamiento del polietileno usado en los aplicadores y las bolsitas de plástico usadas para cubrir el producto, conforma el proceso más agresivo de todos, ya que requiere altos niveles de energía generada mayormente por combustibles fósiles.
La fabricación de productos como los tampones o las compresas no solo requiere un uso abundante de recursos, sino también de abundantes productos químicos. Una tesis del Rochester Institute of Technology sobre la creciente tendencia hacia productos de higiene femenina en EE.UU., demostró cómo estas sustancias químicas desprenden dioxinas que, junto a otros residuos químicos, resultan ser tóxicos y cancerígenos para las personas.
Mercè Capell y Berta Farell, alumnas del Gestión de la Sostenibilidad en ESCI-UPF, comparan las alternativas en higiene íntima femenina
La copa menstrual
Actualmente, la copa menstrual está ganando posiciones como posible producto alternativo y más sostenible que los productos convencionales.
Se suele pensar que se trata de un producto innovador y moderno, pero se inventó a finales del siglo XIX y se patentó por primera vez en 1937. Aunque su uso es muy similar al de un tampón desechable, ambos productos se diferencian enormemente. Algunas de las ventajas de las copas menstruales son:
A parte de la copa, existen otras opciones responsables, como la ropa interior reutilizable o las compresas de tela que, aunque están compuestas por algodón orgánico y poliéster, no generan tantos residuos.
En las últimas décadas, tomar, usar y desechar ha sido el patrón de actuación de la economía, que también ha quedado reflejado en productos como los tampones o compresas desechables y respaldado por la industria de higiene femenina. No obstante, poco a poco empieza a imponerse una nueva forma de enfocar los negocios que busca optimizar el uso de recursos y preservar el capital natural: la economía circular. La copa menstrual sería un ejemplo de esta, buscando, mediante el reacondicionamiento, la extensión de la vida útil de productos usados por millones de mujeres cada año.
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