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Prácticas de BDBI en Cambridge, una experiencia de vida

Foto: Mariana Quiroga, alumna de BDBI, en el laboratorio durante sus prácticas en Cambridge.

Soy estudiante de último curso de la primera promoción del grado en Bioinformática. Actualmente estoy investigando con células madre pluripotentes y redactando mi trabajo de final de grado en el departamento de cirugía de la Universidad de Cambridge, en MRC-Cambridge Stem Cell Institute en el laboratorio de Medicina Regenerativa del profesor Ludovic Vallier.

Llegué a Cambridge con los ojos cerrados, me perdí por el aeropuerto, por las calles y me subí a autobuses erróneos hasta que me encontré. Empecé a entender la rutina y los ritmos circadianos de los ciudadanos de esta pequeñísima ciudad: el día acaba antes porque empieza más temprano para todos –menos para un científico, este se queda en el laboratorio desde que sale el sol hasta que se va, y si trabaja con células madre, los fines de semana tal vez también– y mientras las tiendas abren en Barcelona en horario de tarde, en Cambridge están cerrando hasta la mañana siguiente, porque se preparan para ir a cenar y terminar su jornada del día.

En las calles hay una jerarquía evidente, mientras los semáforos de Barcelona tienen como preferente al peatón, aquí quien domina las calles es el ciclista y dado que el coche utiliza las mismas señales que este, también se beneficia de esta preferencia y de los tres segundos de luz verde para el peatón. Para sumarle más dificultad al tema, todo lo anterior sucede por la izquierda.

Actualmente la Universidad de Cambridge está formada por 31 colleges distintos y estos son los que sitúan al estudiante en uno de ellos para el resto de su vida. Un college es el hogar del estudiante, donde come y duerme, y lo que le representa por sus valores, no por lo que esté estudiando. Es decir, dos estudiantes de Medicina y Filología inglesa podrán compartir un college, pero no compartirán facultad universitaria. Así como Harry Potter pertenece a Gryffindor y Draco Malfoy a Slytherin, pero ambos formaban parte de Hogwarts. También me resultó bastante curioso el hecho de saber que la Universidad de Cambridge y la Universidad de Oxford tienen colleges hermanos, cosa que facilita intercambios deportivos y educativos entre estas universidades.

Cambridge se transforma en esa escuela de magia cuando se va el sol y los estudiantes que se dirigen a sus “Formal Dinner” salen arreglados de sus habitaciones con una toga negra representativa de su college, también llamada “gown”. Las “Formal Dinner” se realizan semanalmente y cada una de ellas implica mucho respeto y tradición de sus valores más conservadores. Se suelen realizar en los “Dinning Hall” de cada college, y están formados por largas mesas decoradas con velas donde no está permitido utilizar el móvil ni cámara. La normativa implica también que todos los comensales entren al mismo tiempo y solo se tomará asiento cuando los “fellows”–el personal universitario con el puesto más elevado en la jerarquía de dicho college– se hayan sentado, se pronuncien unas palabras en latín y toquen el gong y, por supuesto, el proceso será el mismo para salir del evento. Aun se me eriza la piel al recordar mi primer “Formal Dinner”, especialmente al saber que Alan Turing, Isaac Newton, Stephen Hawking y Charles Darwin, entre otros, pudieron vivir lo mismo.

Otra de las muchas cosas que me han sorprendido es la cultura deportiva que se respira en esta ciudad. Estaba tan acostumbrada a dejar de lado el ejercicio, por el coste mensual que implicaba o por quedarme estudiando en casa, que ojalá hubiera aprendido de estos alumnos antes. Aquí el deporte es prácticamente gratuito o tiene un precio simbólico si lo haces para representar a un college, ya que hay una gran competitividad deportiva intra-universitaria. El deporte que más caracteriza estas universidades es el remo –que se practica en el río que atraviesa toda la ciudad, el Río Cam, con barcos de 8 o 4 personas y en interiores con un ergómetro– y aquellos estudiantes que no solo representan a un college, sino también a la universidad, llamados Light Blues, son los que competirán contra la Universidad de Oxford en la “Boat Race” de Londres en abril. Actualmente yo remo con Murray Edwards college –el más moderno de todos, fundado en 2008 y en el que solo pertenecen mujeres–, sus valores se centran en el feminismo y empoderamiento de la mujer y entrenamos entre las 6h y 7h de la mañana, incluidos fines de semana.

No puedo acabar de explicar todo lo que sucede en este lugar, especialmente ahora que va a empezar la primavera, sin mencionar los Mayballs, los bailes de fin de curso de cada college, y las actividades que tienen preparadas las sociedades. Admito de todo corazón que he encontrado la felicidad en Cambridge: tengo el mejor trabajo del mundo, no solo por lo que investigamos, sino por mis compañeros, mi jefe y mi supervisora, gracias a ellos puedo reconocer lo que es trabajar verdaderamente en equipo, sin rencores, sin miedos y sin envidia, y paralelamente remar con el equipo más humilde y más entregado que he conocido jamás.

Eternamente agradecida con la vida.

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