LCA4Climate

Energía solar en España, una solución

Energía solar España
Foto: Le Parisien (Mischa Keijser)

España se sitúa por encima de la media de la Unión Europea en dependencia energética externa. La energía solar podría ser parte de la solución, pero existen diversos factores que impiden la implantación de esta fuente de energía limpia.

El grado de autoabastecimiento de energía primaria, es decir la relación entre la producción interior y el consumo total de energía en España supuso en 2018 un total de un 75% de energía importada. La generación de electricidad y la movilidad son los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, y cada uno es responsable de aproximadamente la cuarta parte de las emisiones que produce España.

Según el Pacto Verde Europeo, para que la UE sea la primera zona climáticamente neutra en 2050, desde ahora y hasta 2030 tenemos el deber de reducir como mínimo un 55% las emisiones de dióxido de carbono y además todos los subsidios directos e indirectos a los combustibles fósiles deberían eliminarse gradualmente hasta 2025, conforme pidió el Parlamento Europeo.

En España, las energías renovables que encabezan la lista son, en este orden, la energía eólica, seguida de la hidráulica y después la fotovoltaica o energía solar. Al mismo tiempo, España es uno de los países que acusa el proceso de desertización debido al cambio climático y la sequía, y también es uno de los que recibe más horas de insolación en Europa. De hecho, algunos puntos de España, como Mallorca, llegan a tener cerca de 2.800 horas de sol anuales, lo que convierte el país en un candidato idóneo para la construcción y el desarrollo de la energía solar.

Siendo España “el país del Sol” en Europa, teniendo los recursos necesarios para ser líder en estructura de energías limpias y renovables, ¿por qué no va en cabeza de la lista europea en el uso de esta energía?

En los años 80, el mercado fotovoltaico era pequeño y se desarrollaba lentamente en España. No fue hasta 1984 que se construyó la primera planta piloto. En la década de los 90, se empezaron a instalar placas fotovoltaicas en las viviendas particulares, pero para entonces había una normativa muy básica y se vio la necesidad de regular la energía solar.

Años después, en 2008, la burocracia se volvió más estricta y obligó a tener diversos permisos, previos a la instalación, de las administraciones y de la compañía eléctrica que operaba en cada zona. No fue hasta el Real Decreto 900/2015 que se regularon las condiciones administrativas, técnicas y económicas de las instalaciones de autoconsumo, estableciéndose el “impuesto al sol”.

“La inversión en placas solares se amortiza en 8 años y reduce la factura de la luz al 50%”

Este impuesto obligaba a los usuarios a pagar una cuota anual por cada kilovatio generado, además del mantenimiento de la infraestructura tradicional. Con estas medidas se desincentivó a la población a instalar en sus casas paneles solares, además de conseguir que cuando la demanda energética fuera mayor que la capacidad de los paneles solares, los consumidores accedieran al sistema convencional de suministro energético. Asimismo, se establecieron primas variables en función de la ubicación de las placas: 0’32€/kwh para el suelo y 0’34€/kwh para el tejado, lo que supuso una gran dificultad a la ampliación de instalaciones solares en el territorio.

De hecho, instalar placas fotovoltaicas hoy en día ya no es tan caro como lo era hace unos años o como lo sigue siendo en el imaginario de la mayoría de población española. Por ejemplo, en un hogar con un consumo medio, una inversión inicial de 4.000€ se amortiza en 8 años reduciendo a su vez la factura de la luz hasta el 50%.

A pesar de los obstáculos mencionados, por suerte van apareciendo ayudas, bonificaciones fiscales y subvenciones para incentivar la instalación de placas solares. Por ejemplo, hay una bonificación del 50% en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) para los que hayan instalado sistemas de aprovechamiento de energía solar.

Del mismo modo, dado que dentro de las directivas de la UE se recoge que en 2030 la presencia de energías renovables debe ser de un 27%, existen a su vez diferentes programas y fondos europeos para ayudar en la eficiencia energética.

A pesar de las ayudas mencionadas, y que afortunadamente cada vez hay más incentivos a la construcción de estructuras solares, no hay que olvidar que los intereses económicos de las empresas de energía eléctrica tradicional también juegan un papel muy importante, ya que, a mayor efectividad de la energía solar, menor consumo de la energía tradicional, lo que comportaría grandes pérdidas para las grandes productoras de electricidad.

Para sacarnos de encima todos estos obstáculos, ¿sería posible plantearnos un New Green Deal? Tener una energía libre de emisiones tanto para su producción como para su consumo responde a una viabilidad técnica que ya está en marcha, pero depende de la voluntad política llevarla realmente a cabo.

We also recommend you