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Día del Libro

“Sobre el oficio de contar las cosas”

Día del Libro: Periodismo y COVID-19 “Sobre el oficio de contar las cosas”

Hoy celebramos el Día Mundial del Libro entre un flujo incesante de noticias sobre la COVID-19 que ha paralizado a medio mundo, mientras los periodistas siguen “al pie del cañón”. Su oficio hoy se torna más necesario que nunca. De ahí que valga la pena recordar el “manual” del periodista de Iñaki Gabilondo.

Quitando el polvo a la estantería, asoma el lomo rojo de un libro del año 2011 que lleva por título: “El fin de una época. Sobre el oficio de contar las cosas”. Lo firma uno de los periodistas más reconocidos de nuestro país, un “espectador privilegiado de la actualidad” que durante décadas (y aún en esta crisis de la COVID-19) se ha encargado de contárnosla. Me invade la curiosidad, hace años que lo leí, pero me pregunto cuán de actualidad seguirán las reflexiones sobre periodismo de Iñaki Gabilondo en este “manual” de la profesión.

A medida que el coronavirus se ha ido expandiendo, las famosas ‘fake news’ han hecho lo propio.

Estos días vemos cómo las informaciones, y también las desinformaciones, sobre la COVID-19 ocupan páginas y minutos en los medios de comunicación alrededor del mundo. A medida que el coronavirus se ha ido expandiendo, las famosas ‘fake news’ han hecho lo propio y, en ocasiones, el periodismo ha fallado en su verificación. Tal es la problemática que hasta la Organización Mundial de la Salud le ha puesto nombre: infodemia o sobreabundancia de información, de rumores, bulos y datos falsos que propaga la desinformación entre la sociedad. Si a esto le sumamos las narrativas dramáticas y sensacionalistas que retransmiten en directo cada nuevo contagio y cada nuevo fallecimiento, el resultado es un “show” mediático.

En este preciso momento es cuando el periodismo empieza a fallar. Y aquí es donde “Sobre el oficio de contar las cosas” permanece hoy de actualidad. Por suerte para nosotros, este libro no elude asuntos espinosos y denota, además de una pasión por el periodismo, una preocupación por la desvirtuación de un oficio necesario. Así, Gabilondo define fundamentalmente una posición ética y trata de enseñar a las nuevas generaciones, a modo de cartas a un joven periodista, con voluntad didáctica y de reflexión entorno a un periodismo que está perdiendo la conciencia de lo común.

Lecciones de periodismo

En el ejercicio de su oficio, este veterano periodista se dedica a dudar y a vivir, lo que es una redundancia. La duda forma parte del intento de lucidez y Gabilondo busca la verdad que le vincule con la gente y le lleve a enseñar a comprender a los otros y a la realidad, que es el oficio del periodista. De esta duda nace su libro de reflexiones y lecciones importantes para la sociedad, que descubre los males del periodismo. Y esta es la primera lección: dudar y contar es la base del oficio. No se puede contar si antes no se exponen los hechos a la duda.

“Nos pasamos el día contando justo cuando se nos ha olvidado qué es lo que tenemos que contar”, dice Gabilondo.

Mientras analiza las grandezas y las amenazas de la profesión, Gabilondo advierte que se ha perdido la referencia de los demás, “nos pasamos el día contando justo cuando se nos ha olvidado qué es lo que tenemos que contar”. Y lanza un aviso: “empezamos a fallar cuando la indústria de la comunicación se apodera de la comunicación, cuando no somos capaces de distinguir si se responde a la lógica del gerente o a la de la libertad de expresión; nos está atacando el mismo virus que a todos los demás, el éxito inmediato”. De nuevo, el periodista nos deja una aviso de plena actualidad. Aquí se entiende cuál es la lógica tras el clickbait.

Gabilondo asegura que el periodismo se colocará en su sitio cuando diga: somos importantísimos, pero un pasito para atrás que están pasando los protagonistas de la vida. “En la radio, nuestro trabajo era el de la segunda voz y la primera voz, nuestro rival, era el sonido de la vida, la vida se estaba viviendo y nosotros estábamos detrás”. Durante los años que estuvo al frente del programa de la Cadena Ser se despertaba por las mañanas para explicarles lo que había pasado a los “protagonistas de la vida” y lo recuerda con estas palabras: “por ti me he levantado, por tí me he despertado y sino no tiene sentido”.

El mal del periodismo, a ojos de este referente, es que no ha marcado unas líneas de comportamiento básico y a la gente se le ha olvidado que tiene un compromiso con la sociedad como administrador del bien común, del derecho a la información. Después de más de cincuenta años en esta profesión, Gabilondo no puede soportar que en nombre de la libertad de expresión se atropellen tantas cosas porque asegura que el periodismo es importante, pero no más importante que otras cosas y tendríamos que apuntar en una lista los damnificados por la libertad de expresión.

“El único límite aceptable es la propia capacidad, ni un milímetro menos”, asegura el periodista.

Por ello, recuerda que a los periodistas se nos puede escuchar, pero se nos tiene que exigir una responsabilidad social respecto a nuestro oficio. Quizás hoy más que nunca. El único límite que acepta es la propia capacidad, ni un milímetro menos, y las nuevas generaciones deben ser las que marquen el futuro de la profesión. Un futuro, a sus ojos, desalentador. Aún así, recuerda en su libro que los pesimistas también se equivocan y ningún pronóstico se cumple, ni siquiera este.

El mundo está cambiando en todos los sentidos, también en el periodismo. Nunca en la prensa se ha criticado tanto a los políticos como ahora y, aunque pueda parecer que esto significa que la prensa es libre, lo que demuestra es que ahora el meollo del poder es un poder gemelo al financiero mediático. Por eso hay que ir a las fuentes de la información, leer mucho, informarse y contrastar, contrastar y contrastar.

Un buen modo de empezar puede que sea leyendo este “manual” que define una época del periodismo, una preocupación por estar informados. Un libro que marca una noción de libertad, una preocupación por la comunidad y la ética, por una sociedad más justa y más libre, y una voluntad de vivir hasta el último momento al lado de esta maravillosa profesión. Porque lo es, maravillosa. Y también lo son muchos periodistas que estos días ponen en juego hasta su salud para continuar manteniéndonos informados y combatir la desinformación.

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