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ESCI-UPF

Estudiar en Barcelona

  • 29/04/2019
  • 5 mins reading time
De arriba a abajo y de izquierda a derecha, las alumnas Aída Ortega, Tamara Rodríguez, Andrea Zorzano y Lucía Hernández.

Hemos pedido a cuatro alumnas de fuera de Cataluña que estudian en ESCI-UPF que nos cuenten cómo es la experiencia de vivir lejos de la familia, ya sea en residencia o en piso compartido, tener que espabilarse en el día a día, ver a tus amigos y familiares solo en periodos de vacaciones y adaptarse a una nueva ciudad.

Aída Ortega. 2º GNMI. Las Palmas de Gran Canaria

La decisión de estudiar en Barcelona fue muy sencilla para mí, ya que era un lugar que me llamó mucho la atención desde que lo visité por primera vez. Es una gran ciudad muy distinta del lugar en el que yo nací, Gran Canaria, por lo que me emocionó la idea de abrir mundo y vivir nuevas experiencias. Además, a diferencia de ciudades como Madrid o Salamanca, juega con la ventaja de estar ubicada al lado del mar, algo que para alguien que se ha criado en una isla es muchas veces primordial. Por otro lado, en esta ciudad ofrecían el grado en el que quería especializarme.

Cuando llegué me instalé en la Residencia Universitaria la Ciutadella, que se encuentra apenas a 5 minutos de la universidad. En mi segundo año, continúo viviendo en el mismo sitio, por su ubicación y por el ambiente de la residencia, es un lugar maravilloso para vivir como estudiante universitario.

En todas las vacaciones largas (Navidad, Semana Santa y verano) vuelvo a casa. El resto del año, vuelvo si se da la ocasión de algún puente o simplemente algún fin de semana. Vivir lejos de tu familia siempre te hace crecer como persona, ya que te ves en una situación donde dependes solo de ti mismo, también te hace ver la vida de otra manera y abrir la mente.

Barcelona es una ciudad increíble, donde hay un montón de actividades que hacer y de las que disfruto en la medida de lo posible.


Tamara Rodríguez. 1º BDBI. A Guarda (Galicia)

Vengo de un pueblo bastante pequeñito en el sur de Galicia. Allí estudié el bachillerato y fue entonces cuando mis dudas sobre dónde estaría viviendo al año siguiente empezaron a crecer. Estaba indecisa entre dos ciudades increíbles: Londres y Barcelona. Una vez acabado el bachillerato, la balanza se inclinó hacia Barcelona. Uno de los motivos por los que hacer una carrera universitaria aquí, además del buen nivel y prestigio de las universidades, es el ambiente que, en general, se respira: muchos eventos, bibliotecas abiertas casi todos los días, compañerismo… sin duda algo que todas buscamos en un sitio nuevo.

Sinceramente, mi llegada aquí no fue nada fácil: me robaron casi todo lo que había traído y mi compañera de habitación y yo no hicimos muy buenas migas… Entonces yo vivía en una residencia y aún lo sigo haciendo, pero me mudaré a un piso de estudiantes el curso que viene, donde podré tener un poco más de intimidad y hacer amigos de verdad, no solo “conocidos de la resi”. Pero no todo es malo, viviendo sola he aprendido un montón de cosas que antes daba por hecho: cómo organizar mi tiempo, aprender a cocinar, ir al supermercado y realmente saber qué es lo que estás comprando, etc. Es como que empiezas a vivir realmente. Eso sí, de vez en cuando (cada 3 o 4 meses) vuelvo a casa, donde hacen comidas super ricas y no hay tantas preocupaciones.

En general, vivir en Barcelona es algo todavía bastante nuevo para mí, pero aún así puedo asegurar que la lista de cosas que puedo hacer, siendo estudiante, es inmensa. Como dije al principio, vengo de un pueblo donde no tenemos cine, ni teatro, ni grandes calles con tiendas de todo tipo, ni una diversidad cultural como la que hay en Barcelona. Siento que siempre hay algo que hacer y aunque a veces el metro es un poco agobiante, cuando sales, vuelves a tener una ciudad entera y maravillosa por descubrir.


Andrea Zorzano. 2º GNMI. Jaca (Huesca)

Barcelona ha sido una ciudad que siempre me ha llamado la atención por su encanto y por todas las oportunidades que ofrece, tanto académicas como culturales o de ocio. Mi familia por parte materna es de aquí, por lo que siempre he tenido un vínculo con esta ciudad.

Al llegar a Barcelona fui a vivir a una residencia de estudiantes. Mis amigas de toda la vida de Jaca se fueron a ciudades cercanas como Zaragoza o Pamplona, por lo que me vine sin conocer a nadie. Agradecí enormemente que mis padres me dieran la oportunidad de quedarme en una residencia, porque enseguida conoces a gente que está en las mismas circunstancias que tú y que vienen de distintas partes de España o incluso de otros países. Me ayudó a sentirme arropada, porque al final ellos se convierten en tu familia. Es inviable desplazarme a Jaca para un fin de semana, así que voy siempre que hay algún puente o días de vacaciones. Cada mes y medio aproximadamente.

Actualmente vivo en un piso de alquiler con una amiga de Canarias que conocí el año pasado en la residencia. Decidimos movernos a un piso porque, al tener ambas nuestro círculo de amistades y habernos adaptado a la ciudad, queríamos algo más de independencia (no tener el estricto horario de comidas y poder invitar a alojarse con nosotras a las visitas). Por otro lado, la opción de un piso es más asequible.

Lo que más he aprendido a valorar son los pequeños detalles cotidianos que tenía en casa, como tener el plato de comida en la mesa cuando llegaba del instituto o el beso de despedida mañanero de mis padres. Cosas que antes me pasaban desapercibidas, ahora veo la importancia que tienen. También he aprendido a desenvolverme sola en distintas situaciones como ir al médico, al supermercado, al banco, etc. Así como apoyarme en las personas que aquí forman parte de mi entorno en los pequeños contrapiés del día a día, y no en mis padres o mi hermana.

La verdad que Barcelona como ciudad me enamoró desde el minuto uno. Hay mucha diversidad de gente y siempre hay cosas que hacer. Además de que tiene playa y me encanta. Jaca solo tiene 15.000 habitantes, por lo que noté un cambio radical con respecto al modo de vida. Ahí llego andando en 10 minutos a cualquier lado, siempre nos juntamos en un mismo local, nos conocemos prácticamente todos, al tener la montaña cerca siempre hacemos actividades al aire libre o nos vamos a los pueblos de alrededor. Aquí, en Barcelona, recuerdo que las primeras veces que salí de fiesta quedé impresionada de la cantidad de gente que había o simplemente de lo innovadoras que me parecían las salas de cine o el gimnasio al que voy.


Lucía Hernández. 3º GNMI. Cuenca

Decidí dejar la ciudad en la que me había criado y donde había pasado mis primeros 18 años de vida. Quería salir de allí con el pensamiento de que Cuenca se me quedaba pequeña, que necesitaba más, una ciudad con nueva gente y nuevas cosas por conocer.

Cuando llegué, tenía claro que quería ir a una residencia de estudiantes y así lo hice. Empecé a vivir en la TSH, a unos 20′ andando de ESCI-UPF. Es una de las mejores decisiones que tomé, ya que el hecho de estar en una resi te permite conocer a mucha gente, que al igual que tú no conoce apenas a nadie en la ciudad. Ahí se forjan muy buenas amistades y muy buenas historias también.

Ahora vivo en el Gótico, aunque el año pasado viví en la zona Sagrada Familia. Cambié de localización porque, aparte de que el precio de las residencias es bastante elevado en comparación con los pisos, mi compañera de habitación y yo queríamos un poco más de intimidad. Al final, en la residencia estábamos todo el tiempo rodeadas de gente. Nos fuimos a vivir con otras dos chicas de la resi a un piso y estamos muy contentas las cuatro juntas.

Visito a mi familia únicamente en Navidad, en Semana Santa y en verano, pero por un tema de distancia y trenes. Cuenca está lejos, no me da para ir y volver en un fin de semana, ya que no sale rentable. Aunque si estuviese más cerca, me gustaría ir más. En primero apenas echaba de menos estar en casa, ahora sí que me pasa más y hay veces que me gustaría visitarlos, pero no puedo.

VIvir sin mi familia sin duda me ha hecho madurar. Depender de mí misma, incluso cuando ya hacía casi todas las tareas en casa, no supone el mismo esfuerzo y organización que hacerlo sola. Muchas veces lo más sencillo es tirar por la vía fácil (no recoger las cosas, comida precocinada y posponerlo todo), pero hay que hacer un gran ejercicio de madurez, al menos yo, para poder ser la persona que quieres ser.

Y, por descontado, me encanta Barcelona. Me parece una de las ciudades más bonitas de España, aunque todo el mundo vaya con prisas y en algún momento pueda agobiar un poco vivir en ella. Intento sacar el máximo provecho a las actividades que se hacen en la ciudad, desde cine a visitas guiadas, pasando por eventos, quedadas y descubrir cosas nuevas. Es muy distinto de mi ciudad, ya que aquí siempre hay cosas que hacer mientras que en Cuenca, una ciudad pequeña, apenas hay eventos.

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