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ESCI-UPF

Buscar prácticas alejándose de lo convencional

“Más allá de conseguir unas prácticas, mi intención era crear impacto”

Imagen de la caja con los elementos de presentación de Mercè Capell

Una alumna de 3º curso de GNMI nos explica su trayecto personal en el proceso de elegir la empresa donde va a realizar sus prácticas. Para puestos creativos, un CV y una carta de motivación no bastan, hay que buscar empresas con las que se compartan valores y diferenciarse.

Discrepo de los que sostienen que el destino está escrito. Pienso que el libro de la vida exige una revisión y adaptación constantes. Requiere cambios y cada uno es responsable de los que quiere añadir o dejar ir. Precisa sacrificio y constancia, pero también es necesario dejar las puertas abiertas, abrir paso a la improvisación y aprender del error.

En mi caso, tengo la sensación de que la “introducción” de mi libro está llegando a su final. Hasta ahora, el nivel de responsabilidad con el que he vivido ha quedado limitado por decisiones como la elección de un grado universitario o el destino del intercambio. Aunque son decisiones críticas y vienen con ciertas pautas a seguir, mi grado llega a su final y con él se despierta la incertidumbre que el futuro me depara.

Se acerca el “primer capítulo” en el cual cada uno tiene que ser completamente responsable de sus actos, equivocarse e intentar dibujar el camino en el que quiere andar. Yo empecé a trazar el mío hace unos meses, en el momento en que comenzó el proceso de búsqueda de las prácticas curriculares en la universidad.

El tercer año en el grado en Negocios y Marketing Internacionales es una montaña rusa de emociones. Empecé el curso en Singapur, sumergiéndome en una cultura totalmente distinta a la mía, y voy a terminarlo con la primera toma de contacto con la realidad empresarial: las primeras prácticas de empresa. Aunque desde la universidad nos guían, aconsejan y apoyan durante todo su transcurso, la realidad es que el proceso de incorporación al mundo laboral no viene con un índice. Queda a la elección de cada uno decidir cómo aproximarse a él. Y en mi caso, me alejé de la convencionalidad.

Me apasiona el mundo de la moda. Va más allá de su estética. Me refiero a su magia. Me refiero a su capacidad de relatar innumerables historias. Me refiero a los valores que las marcas transmiten a sus consumidores. Admiro la moda que entiende lo cambiante que es el mundo. Aquella que cuida del planeta y la sociedad que tenemos hoy, y que lucha por un futuro mejor.

Por todo ello, quería trasladar mi coherencia como consumidora al mundo de la empresa y formar parte de una organización en la que pudiese ver mis principios como persona reflejados en ella. Decidí apostar por empresas con unos valores muy claros, responsables y éticos como Ecoalf, Ecoage, B·Come o Veja. Ninguna de ellas tenía plazas vacantes de prácticas. Aún así, esto nunca fue un obstáculo, sino una motivación para pensar en una forma distinta de acercarme a esas marcas. Era muy consciente de lo idealista que podía parecer, pero más allá de conseguir unas prácticas, mi intención fue desde un primer momento crear impacto. Por eso decidí aplicar a estas empresas de una forma que escapa a lo establecido.

Mi currículum o perfil de LinkedIn no explican cómo soy ni en lo que creo, por lo que decidí introducirme de una manera diferente, englobar todo aquello en lo que creo como persona y establecer un vínculo directo con la empresa. Se me ocurrió confeccionar una etiqueta de ropa que acompañaría mi perfil y vestiría mis valores como consumidora y persona. Soy detallista, por lo que no solo era una cuestión de contenido, sino también de forma. Por eso, todos los materiales que usé fueron elegidos para que creasen el menor impacto medioambiental posible. Confeccioné una caja que contenía un sobre con mi CV y una carta de motivación, y una cajita con la etiqueta y mis tarjetas, y todo ello protegido con un papel de seda. Todos estos materiales estaban hechos de papeles sostenibles (papel de algodón reciclado y chocolate, y papel de semillas, entre otros).

El diseño, producción, envío y seguimiento del paquete no han sido tareas fáciles. Escogí materiales complicados de tratar, algunos de los paquetes fueron enviados a países extranjeros y las dudas sobre si habían llegado a su destino quedaban en suspense. ¿Van a llegar? ¿Lo va a abrir la persona adecuada? ¿Los van a tirar? ¿Voy a recibir alguna respuesta? A día de hoy, aún me hago algunas de estas preguntas.

Ha resultado ser más complicado de lo que creía en un principio. Ahora bien, nunca he pensado que la complejidad limite la posibilidad. La complejidad lleva a buscar alternativas a las dificultades o hasta permite crearlas. Lo único que se necesita es: tener un sueño y no dejar de creer en él.

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